Sales a tomarte unas copas. Te reunes con unos amigos en un bar, te encuentras seguro, apoyado, pero sin dinero. A la primera te invitan. La segunda la vas a pagar tú y ves que no tienes dinero. A la gente le dices que vas a buscar un cajero, pero te dicen que no hay ninguno cerca. Aún así desapareces, necesitas dinero.
Sales a la calle y no ves a nadie, no es un barrio concurrido. Ni te inmutas. Siempre has confiado en ti mismo y no tienes miedo porque no tiene por qué pasar nada. Pero a veces pasa…
LLegas al cajero, cuya ventanilla está llena de pintadas, y comienzas a sentirte raro, observado. Miras hacia detrás. Ahora al reloj. No hay nadie y son las once de la noche. Raro (piensas). Metes la tarjeta e introduces el código. Miras de nuevo a tus lados y te encuentras rodeado por dos encapuchados más bajitos que tú, y que portan sendos cuchillos.
Te quedas helado por un momento, no reaccionas. Uno te balbucea algo en un español rancio. Te das cuenta de que no es de aquí y te da más rabia. El mismo hace un gesto con el cuchillo como amenazando. El muy imbécil no pensó que le agarrarías el brazo torciéndole la muñeca e inmediatamente le lanzas un rodillazo en sus partes. Ahora tienes el cuchillo del imbécil. Éste, huye como puede dejando a su amigo sólo ante ti. Te creces y retas al segundo. Cuchillo contra cuchillo. No tienes miedo, resulta que eres militar o experto en artes marciales. Aquel se abalanza sobre ti y recibe un cuchillazo directo en el corazón y otro en el cuello. Cae al suelo y no se mueve, se desangra. Te pones nervioso. El otro no se acerca pero te grita asesino desde su lado. Empiezas a pensar en qué hacer. Estás jodido.
Algo así es lo que pasó ayer en Bilbao. “La víctima de un atraco armado mata a uno de sus agresores y hiere al segundo gravemente. Ahora mismo se encuentra en disposición judicial esperando a ver qué deciden los jueces”.
¿Qué pasará señores?
Menos leyes, jurisprudencia y verborrea barata y más sentido común. Esto es defensa propia señores, no es asesinato. ¿Y el muerto? Que se pudra en el infierno y que a la madre se le enseñe cómo criar a un niño.
Un poco extremista. Estoy a favor de la defensa propia, pero no en todos los casos. Después de la primera puñalada debería haber parado y avisado a una ambulancia, aunque reconozco que es un momento complicado.
Muy bueno Dani, estoy de acuerdo contigo.
Me gusta mucho como está escrito. La identificación propia con el protagonista es total… hasta la parte del atraco, por suerte!
Cierto es q no se puede tomar uno la justicia por su mano, pero ya lo habían hecho los atracantes al inicio… Quienes son ellos para decirle a otro tío a punta de cuchillo q les den pasta… Estoy de acuerdo en q igual se pasó con las cuchilladas, pero la tensión del momento y el instinto de supervivencia están por encima de lo racional… Creo q no debería ir a la cárcel, quizá terapia y ayudas a la comunidad, pero nada más por salvarse la vida!