Soy polémico. En las últimas semanas me lo han repetido varias veces. Tanto gente de derechas como de izquierdas, conocidos como extraños, compatriotas y foráneos, madridistas y culés. Ser polémico es una actitud ante la vida y una pérdida de tiempo. Una necesidad y algo superfluo. Ser interesante y un coñazo, estar de acuerdo y en contra, ser amigo y rival. Odiar a la gente y quererla como a ti mismo.
Para ser polémico necesitas a los demás, pero aún más a uno mismo. Necesitas un argumento y te da igual el que sea. Ser escuchado y que pasen de tu mierda. Un ambiente y un hostil y un trato afable. Necesitas empatía y egoísmo, ser orgulloso y conformista. Para ser polémico es necesario ser individualista y colectivo, amable e irreverente, creerte mejor y peor que cualquiera. Respetar a la gente y actuar como un capullo.
Ser polémico no es ser relativista, necesitas profundas convicciones y cambiar el punto de vista según el interlocutor. Resumiendo, que te guste tocar los cojones a la gente.
Tienes que ser derechas y de izquierdas, y que te den asco los dos bandos. Poder cuestionarte cualquier dogma y aceptar una serie de principios básicos. Darte cuenta de que casi nunca tienes la razón, pero te han de demostrar lo equivocado que estás. Es respetar la opinión del contrario y pensar que es muy corto o irreflexivo. Es que te llamen hipócrita cuando se queden sin argumentos para contradecirte.
Has de ser uno mismo y parte del grupo. Te tienes que dar cuenta de que no opinas lo mismo que pensabas esta mañana, pero sí exactamente igual que hace cinco años.
Significa ser racional y pasional. No ligarte con nadie y con todos. Creer en lo humano y lo divino, y a la vez no creer en nada y en todo. Ser calculador e improvisar continuamente. Es intentar quedar bien con todo el mundo y hacer todo lo posible para que te odien. Es Platón y Aristóteles. Es Kant y Nietzsche.
El primer polémico fue aquél que se declaró agnóstico, aquél que dijo que no tenía ni puta idea pero que tú tampoco la tenías, y por tanto no le ibas a imponer tus creencias.
Después vino aquél que pensó que era necesario subordinarse a la sociedad, pero que ésta no le oprimiera, y para eso se crearon la Democracia y la Ley, pero tampoco le gustaron.
Ser polémico es estar a favor de la tauromaquia y que te de asco ver como acuchillan a ese pobre animal. Ser polémico es querer votar a Juan Carlos de Borbón y Borbón para Presidente de la República. Es creer que el aborto es un asesinato y que las madres tienen derecho a decidir. Es estar en contra de la explotación humana y a favor de la regularización de la prostitución. Ser polémico es estar en contra de los independentistas y de la España que conocemos. Es ser republicano y estar a favor de la ley sálica. Es ser federalista y pensar que a las Autonomías les sobran competencias. Es saber que los liberados sindicales son un pozo sin fondo, pero creer que son absolutamente necesarios. Ser polémico es desear el bienestar económico de la gente y el mantenimiento del ecosistema. Es odiar los imperialismos y pedirte un Big Mac y dos hamburguesas de un euro. Es odiar la playa y la montaña, el pueblo y la ciudad. Ser polémico es respetar la libertad religiosa y creer que las monjas son unas fundamentalistas. Es odiar a los racistas y creer que tu tierra es la mejor, enaltecerla frente al extranjero y depauperarla ante tu convecino. Es creer en la propiedad privada y en la colectivización de los medios de producción. Es que te guste el whisky y el ron. Ser polémico es ser del Madrid y de izquierdas. Es decir que Casillas es Dios pero que Diego López se merece jugar. Es buscarte un bofetón con quien sea que hables de algo medio serio.
Los polémicos son los que intentan evitar las guerras civiles pero las acaban provocando y, por supuesto, son los primeros que mueren en ellas.
Ser polémico es ser humano, y yo lo que soy es muy tonto.