Viaje a Isan, bastión del movimiento rojo

Nuestro corresponsal en Asia-Pacífico, Alberto Lebrón, nos analiza la realidad que está viviendo Tailandia, un país dividido entre los partidarios gubernamentales y los camisas rojas. A través de un reportaje audiovisual y sus palabras, el lector se acercará a la realidad tailandesa, desde un punto de vista imparcial y crítico, que permititrá desgranar lo que está ocurriendo en el único país del continente asiático que ha mantenido su identidad a lo largo de la historia. Nunca ha sido colonizado. Un testimonio exclusivo para Periodismo Independiente de este periodista experto en mercados asiáticos. Alberto Lebrón tiene su residencia en Pekín; desde allí se desplaza habitualmente a los lugares donde transcurren los hechos más relevantes del lejano oriente. Un testimonio único y una nueva colaboración en PI de la que nos sentimos muy orgullosos.

Alberto Lebrón es periodista, escritor, corresponsal para varios medios de comunicación españoles y extranjeros y autor del blog Mercados Asiáticos, desde donde interpreta el día a día de las bolsas y la actualidad empresarial del más extenso y poblado continente del planeta.

Por Alberto Lebrón, corresponsal en Asia-Pacífico.-Durante Abril y Mayo, Tailandia vivió momentos sumamente delicados. Entonces, unos 10.000 manifestantes antigubernamentales, conocidos como “camisas rojas”, ocuparon una importante arteria comercial de Bangkok. Donde antes había bullicio y turistas, los rojos improvisaron barricadas de bambú. Consiguieron estar presentes desde Pratunam hasta Lumpini Park, una medida perfectamente homologable a la Castellana madrileña. Negocios cerrados y posteriormente destrozados, edificios quemados, la bolsa calcinada, turistas asustados… Tailandia “Tierra de Sonrisas” estaba completamente desquiciada. Los daños económicos resultan todavía difíciles de calcular. Los comercios perdieron unos 4.000 millones de dólares. Y la ocupación hotelera descendió aquellos días hasta niveles mínimos históricos. El gobierno mantiene finalmente sus expectativas económicas para 2010 (PIB = 4,5%). También admite riesgos aunque tiene previsto anunciar próximamente importantes bajadas de impuestos sobre las inversiones extranjeras. Menos es nada.

Aquellos dos meses dejaron casi 90 muertos y miles de heridos. El ejército decidió disparar a matar, indiscriminadamente, para disolver las protestas. Desde el terreno, fue algo completamente desproporcionado. Había, incluso, francotiradores apostados en cada rincón adyacente del campamento rojo. Inmediatamente, percibí la enorme diferencia existente entre Tailandia y cualquier otro estado industrializado. Primero, las enormes diferencias sociales, origen de aquellas protestas. Y, segundo, los mecanismos disponibles para mantener el orden público. Un operativo policial antidisturbios hubiera sido suficiente para minimizar las pérdidas humanas. Intentaron matar moscas a cañonazos.


REPORISAN28M from Alberto Lebrón on Vimeo.

Estos enfrentamientos debemos contextualizarlos dentro de unas diferencias económicas y sociales insoportables para Tailandia. Los llamados camisas rojas representan a la mayoría campesina. Ésta es partidaria del derrocado primer ministro, Thaksin Shinawatra. Condenado por corrupción, Shinawatra vive exiliado actualmente en Camboya. Los campesinos le añoran merced a unas políticas sociales populistas aunque parcialmente necesarias. Los militares le derrocaron hace ahora cuatro años. Desde entonces, Tailandia no encuentra estabilidad política alguna. Entre decisiones judiciales y amenazas militares, los denominados “camisas amarillas” conquistaron el poder hace 18 meses. También tras violentas protestas callejeras, llegando incluso a ocupar diferentes edificios del gobierno nacional y el propio aeropuerto. Los militares, entonces, decidieron apoyarlos y no intervenir. Estos “camisas amarillas” constituyen una minoría de profesionales liberales, jueces y otros altos estamentos sociales. Ellos aspiran a gobernar marginando absolutamente al movimiento rojo. Estos últimos, por número, tienen amplias opciones de ganar siempre cualquier proceso electoral. Todas las facciones amarillas desean limitar directamente el derecho a votar. Su aspiración pasa por gobernar indefinidamente. Y dicho despotismo antidemocrático resulta intolerable para los rojos.

El Rey, Bhumibol Adulyadej, está enfermo y hospitalizado. Su figura parece respetada por todos. Criticarle públicamente conlleva penas de cárcel seas tailandés o, incluso, extranjero. Entre los camisas rojas, algunos podrían estar empezando a cuestionarle. “Me gusta España porque tenéis monarquía”, nos comentaban algunos manifestantes. Un hipotético fallecimiento del monarca ahora podría resultar fatal para Tailandia. Cualquier posibilidad de consenso quedaría literalmente enterrada. Podría, incluso, estallar una guerra civil. Bhumibol optó por mantener silencio durante toda la crisis. Y el príncipe carece del respeto social necesario para aparecer públicamente. La monarquía tailandesa, sin duda, atraviesa horas bastante bajas.

Los rojos exigen celebrar comicios de inmediato. El gobierno promete integración social a los rojos. Cuando llegué a Isan, la provincia tailandesa más pobre, esperaba miseria. Sin embargo, encontré oportunidades de desarrollo. Khon Kaen y Udon Thani, las principales ciudades, ambas tienen aeropuerto. Hay universidades y buenas comunicaciones. Obviamente, queda mucho por hacer. Ambas partes deben minimizar la enorme brecha socio-económica existente entre ellas. Las diferencias sociales solamente conducen al conflicto civil. Los rojos deben reinventarse y ofrecer trabajos cualificados. Trabajan fundamentalmente como taxistas, obreros, pequeños comerciantes y prostitutas. Los amarillos deben potenciar la educación y sanidad universales. No solamente eso. Deberán legislar para crear más y mejores empleos entre aquellos sectores menos favorecidos, nuevas empresas, oportunidades de crecimiento económico etc… Ambas facciones, ahora antagónicas, invertirían sin duda en estabilidad social. Descarto tajantemente hablar sobre buenos y malos. Tanto unos como otros son, simplemente, tailandeses profundamente divididos y enfrentados. Todos ellos tienen planteamientos y actitudes inaceptables para el rival. Pero es posible alcanzar consensos. Europa supo sintetizar socialismo y liberalismo en prósperos estados del bienestar. La exclusión siempre generará conflictos. El comunismo, además del conflicto, suele acarrear subdesarrollo económico. Las divisiones sociales siempre condujeron al fracaso. Los tailandeses todavía tienen tiempo, escaso, para rectificar. Y sólo pueden hacerlo unidos.

  7 comments for “Viaje a Isan, bastión del movimiento rojo

  1. Camisa Roja
    04/06/2010 at 11:36

    Buenísimo el reportaje, por fin me he enterado de lo que pasaba en Tailandia. Enhorabuena.

  2. 04/06/2010 at 16:47

    Bueno Dani, se nota que estoy entre amigos. Un orgullo poder compartir mis experiencias desde aquí. Y enhorabuena por haber creado un espacio donde todos podemos pensar libremente. Sin duda, un lugar excelente para quedar y acortar cualquier distancia. Compartir es aprender. Saludos a todos, Alberto.

  3. Danilovich
    05/06/2010 at 12:55

    Claro que lo estás. Estamos muy contentos de que escribas en la página, ya que nos enriquece enormemente tus enseñanzas sobre lo que de verdad ocurre en el otro lado del globo.

  4. Jaime Guisasola
    05/06/2010 at 13:44

    Muy bueno Alberto. Very Welcome!!!

  5. Josu
    06/06/2010 at 08:30

    Amigo Alberto, gran reportaje. Síntesis perfecta de lo que ocurre en otro de los estados de Asia Pacífico donde la prosperidad y el enriquecimiento de unos, choca con las ansias de desarrollo de otros, caldo de cultivo que genera los terribles sucesos que hemos visto en Tailandia, y que por fortuna para nosotros, has relatado. Esa imagen de Disneyland que Taiwan o Shanghai representan a la perfección. Esperemos que Tailandia sepa, como bien dices, rectificar a través de la unión y crecer en esa senda del desarrollo. Un abrazo y enhorabuena por el artículo.

  6. V
    06/06/2010 at 22:07

    Enorme repor, Lebrón. Consigues sintetizar y hacer comprensible la historia reciente de una región informativamente opaca. Un vistazo independiente y riguroso que aporta y enseña. Un abrazo, corresponsal!

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