Después de mi periplo por tres tiendas de reparación de bicicletas en la capital, en las que en todos los casos trataron de timarme y/o venderme una bici decidí llevar mi medio de transporte a Decathlon, ese templo del deporte en el que ningún deportista que se precie compra artículo alguno; como he fracasado en todas las disciplinas atléticas que he desarrollado a lo largo de mi trayectoria, yo sí que puedo comprarme cosas allí. Era el tema de la obsolescencia programada.
El caso es que su diagnóstico precoz fue que había que cambiar la rueda entera y no sólo la cubierta de la rueda. Como soy medio tonto y la verdad es que la rueda está a punto de desaparecer, accedí. Al tener mucho trabajo (eso, en estos días debería de ser más una bendición que un inconveniente) me indicaron que tardarían una semana en proceder al arreglo, porque tenían que mandar la bici al taller central. Una semana sin bici, pensé yo, menudo problema para alguien que en los últimos cuatro años ha utilizado la bicicleta a diarioy ha llegado a engancharse a este medio de locomoción limpio, saludable y ameno. En fin, mejor una semana sin bici que un accidente por desintegración absoluta de rueda y posterior traumatismo craneoencefálico.
El caso es que a la semana exacta recibo una llamada de un simpático empleado de la multinacional francesa que me dice que no tienen existencias en toda España de la rueda en cuestión, se ve que mi mierda de bici, es muy especial. Total me emplaza a que espere tres semanas a que envíen la pieza del otro lado de los Pirineos, a lo que respondo con un no rotundo. Devolvedme mi bici, gemí, ya veré cómo me las apaño.
Al día siguiente, viernes por la noche, recibo un mensaje SMS en el que se me comunica que puedo pasar a por la bici por el taller donde la entregué. Como estaba fuera de Madrid durante el fin de semana, no pude ir a por ella hasta el lunes. Eso me ha supuesto 3 euros por “gastos de almacenamiento”. Me hace mucha gracia.
Es como cuando hace aproximadamente dos años, mis “amigos” de Ayuntamiento de Madrid retiraron mi coche grúa mediante y acudí a recogerlo al punto indicado. Después de abonar los aproximadamente 150 € de multa, descubro cómo habían incluído un extra en concepto de 2 euros por hora hasta que fui a recogerlo, a precio de párking. Es decir, que si dejas tu coche y se lo lleva la grúa, por cada hora que tardes en ir a por él, te van sumando. Traté de reclamar y saben el dicho de “era como hablar a una pared” pues de pared era la cara del funcionario en cuestión. Al menos me tranquiliza que tanto el sector público como el privado sean iguales: timan a la gente.
Volviendo a mi bici y Decathlon, acudo a la gran superficie a por ella, y pretenden cobrarme por la nueva rueda. Respondo que me llamaron y me indicaron que no había en toda la Península Ibérica una rueda como la mía y que por eso no me la habían cambiado. Compruebo que, en efecto, es la misma rueda desvencijada de una semana atrás. El chico, ante mi mirada de completo desprecio y odio, los que me conocen saben de que cara hablo, accede a quitar ese concepto de la factura.
El caso es que antes de pasar por caja tengo una revelación: ¿tendrán la rueda que necesito en el mismo centro donde me la están reparando? Cuál fue mi asombro al acercarme a la sección de ciclismo y comprobar que no sólo había un modelo con las dimensiones de mi rueda, sino que había tres distintos, para elegir. Fuera de mí, acudo al taller para comunicarlo y me dicen que no sabían nada. Compro la rueda y me la montas en un segundo, manifiesto al reparador. Tengo mucho trabajo, va a tardar al menos una semana, me responde él. Decido que he perdido esta batalla, agacho la cabeza y me voy.
No puedo decir lo que hice a continuación, para no causarme problemas, pero sólo puedo añadir que esta vez, no fui yo el timado por una multinacional. Talleres de reparación de bicis 225-Dani 1, pero ese tanto contra ellas, me ha dado un tremendo gustirrinín.