La educación pública es un proceso concebido por y para formar e instruir a las generaciones futuras tanto en conocimientos como en valores y costumbres. Un proceso en donde lo que se debería pretender no es otra cosa que el conseguir inculcar en los jóvenes cierta estructuración del pensamiento que promueva la integración, la cooperación, la igualdad, la solidaridad y otros valores positivos de ámbito universal, entre los cuales, a mi modo de ver, se pretende incluir erroneamente la libertad y la religión.
No creo que sea erróneo enseñar desde la escuela pública lo que es la libertad pero sí creo que resulta erróneo y contradictorio promoverla. Es erróneo hacer creer a los niños que son libres para hacer lo que quieran, y es erróneo, porque los responsables últimos de sus actos de libertad son sus padres. Y antes que aprender qué es la libertad tendrán que aprender y asimilar lo que es la responsabilidad. Es erróneo también porque la educación es un proceso obligatorio, porque los colegios son cárceles acomodadas para que los niños pasen el tiempo aprendiendo, porque la escuela por muy liberal que se quiera pintar no es liberal sino más bien autoritaria.
También creo que es erróneo el que un Estado moderno y occidental pretenda enseñar religión en las aulas públicas de sus escuelas. Y más, si se hace entendiendo la religión desde un punto de vista único y excluyente. No es erróneo intentar inculcar valores occidentales que necesariamente están ligados a la religión, pero sí lo es intentar dar un enfoque unilateralista de la religión, enseñando dogmas y prácticas rituales que a pesar de que puedan estar completamente inmersos en las costumbres de una sociedad no deberían ser obra y enseñanza de un estado laico u aconfesional, pues en última instancia forman parte del círculo más íntimo del individuo.
La llegada del islam a nuestra cultura no es algo que sucediese antes de ayer. Pero el incremento de la población musulmana se ha notado de forma muy notable en las últimas décadas. El islam en nuestro país es consecuencia de movimientos migratorios que huyeron de sus lugares de origen. Nuestro país los ha aceptado en la medida de lo posible y convivimos con ellos en el día a día. Sin embargo, en torno a este fenómeno no existe ningún consenso moral ni político en la sociedad. Algunos no quieren aceptar la cultura musulmana como algo propio que puede enriquecer nuestra propia cultura, y otros, creen que el islam se merece todo el respeto y la aceptación por parte de nuestra sociedad.
No creo que nadie cabal pueda creer que un individuo tenga que profesar una religión determinada para pertenecer a un país. Sin embargo, formar parte de un estado significa tener que cumplir con ciertas normas al margen de la religión que practiques. La constante del orden social depende de una ecuación que depende de dos variables el consenso moral y la coerción. Cuando la sociedad sufre un defecto de consenso moral el estado debe aplicar mayores niveles de coerción si quiere mantener el orden social. De la misma manera, pero a la inversa, cuando el consenso moral de la sociedad es unánime no es necesario aplicar ningún tipo de acción coercitiva para mantener el orden social.
En cierta manera, pensar que la escuela debe cambiar es lógico pues tiene historia y todo aquello que está sujeto al paso del tiempo está sujeto al cambio. Así ha sido como se han formado nuestros sistemas políticos: cogiendo un poco de aquí y un poco de allí hasta conformar lo que hoy llamamos el Estado de Derecho. Un lugar donde conviven dentro de un cierto orden individuos con diferentes mentalidades y que tiende a ser inclusivo pues acepta a las minorías.
Pero hoy en día la educación pública y los políticos se enfrentan a algunos dilemas de profundo calado. Este es el caso del velo, que también podríamos extrapolar pensando en las mini faldas. La sociedad y los políticos guiados por un ímpetu libertario y progresista se han olvidado de lo que realmente es la escuela y han permitido una laxitud en las normas que al final, como es natural, se está volviendo contra ellos mismos.
No permitir que una niña lleve el velo en clase no es algo por lo que deberíamos estar orgullosos, pero aún menos, es algo que debamos permitir, pues el velo es un elemento diferencial que distingue y resalta. Lo mismo sucede con un piercing, un tatuaje o la ropa de marca pues todos ellos son elementos diferenciales. A mi modo de ver la educación religiosa debería estar fuera del ámbito estatal y público. Así, si algún padre quiere mandar a sus hijos a un colegio religioso puede hacerlo pero pagando por ello. De la misma manera, pienso que los niños de los colegios públicos deberían ir al colegio en uniforme pues me parece la forma más sencilla de fomentar los valores de igualdad, integración, solidaridad, etc.
En el caso del velo no existe consenso moral en la sociedad. Unos creen que los niñas musulmanas deberían poder ir a la escuela con velo y otros creen que no. Como vimos unas líneas más arriba la solución a la falta de consenso surge de aplicar la coerción. Si obligas a todos los niños a cumplir unas normas de vestimenta solventas el problema de un plumazo. Ni minifaldas ni velos, todos con uniforme.
En fin, tan sólo son opiniones. Como yo lo veo.
http://www.elmundo.es/elmundo/2010/06/15/espana/1276601126.html
¿cómo va a ser lo mismo llevar un velo que un piercing o ropa de marca? un piercing lo eliges tu no te lo impone una religión intolerante y destructiva.
Un velo también puede ser una elección propia.
sí, estoy de acuerdo.
Me gusta sobre todo la explicación de por qué no deberían enseñarles libertad antes que responsabilidad.
a mi tb es lo q mas me ha gustado la explicación pero sigo sin entender lo otro. si una mujer de 50 años se convierte al islam y se pone velo, es pq lo ha elegido libremente, pero tu te crees que una niña de 6, 7 u 8 años con velo es una elección propia?lo dudo mucho
Pongo muy en duda que una niña musulmán sea libre, en primer lugar para elegir la confesión religiosa que ejerce, y por ende, llevar un velo o cualquier otro elemento que, siendo coercitivo desde la cultura que lo impone, también la distinga. Por ello, no creo que sea comparable con elegir un piercing, la ropa que más te guste, o diferenciarte por el bocadillo que llevas al recreo.
Cuando veo a una mujer con el velo o, peor aún, la burka, veo a una mujer sometida a una religión que le humilla y la degrada y si es una niña la veo obligada a hacerlo.
El velo no es una moda, es un atributo religioso que identifica a la mujer como un ser subyugado y como tal debemos verlo todos.
Les aseguro que si yo envío a mi hija con una gran cruz colgada del cuello, inmediantemente me van a llamar de la dirección de la escuela para quejarse y decirme que, por ser el centro laico, no puede usarla más. Pues que se haga igual a las niñas que obligan a ponerse el velo.
Por otro lado, el islamismo es una religión retrógrada que sí representa un gran peligro para occidente y hay que buscar la forma de combatirlo.