Existe una biografía con autenticidad declarada sobre César Augusto, traducida y adaptada por Alan Massie al inglés (libro altamente recomendable). En ella, Augusto justifica y racionaliza sobre los hechos acontecidos desde las guerras civiles, o mejor dicho, sus guerras civiles, hasta el momento en el que las escribe, dedicándole las memorias a sus nietos Cayo y Lucio (en ese momento ya adoptados como sus hijos antes de su “inesperada” muerte).
En estas memorias, se encuentra una máxima que es de perfecta aplicación hoy en día y que traducida del inglés viene a decir: “La primera regla del generalato romano debe ser: NO INVADAMOS PARTIA”.
Partia fue un imperio relativamente efímero, que ocupó una parte de Irán, parte de Turkmenistán y parte de Afganistán. Durante el Triunvirato de Julio César, Pompeyo y Craso, éste último, deseoso de gloria militar para equipararse a los otros dos triunviros, decidió intentar invadirla. Acabó con la cabeza cortada decorando una obra de teatro al que asistía el emperador parto.
Durante el segundo triunvirato, de Augusto (entonces todavía César Octavio), Lépido y Marco Antonio, también éste último intentó invadirla. Avanzó con sus falanges todo lo que pudo hasta que las comunicaciones y la logística le fallaron, no entabló batalla formal con el ejército parto en ningún momento, se retiró (de forma épica, pero retirada al fin y al cabo), declaró la victoria y se autoproclamó apto para recibir un triunfo al estilo romano, ¡en Alejandría!
Con todo esto Augusto llegó a la conclusión de que no serviría de mucho y costaría demasiado intentar una invasión a gran escala, o a pequeña visto lo visto. Entre otros muchos problemas, la táctica formal de guerra romana no servía con los partos, duchos en incursiones rápidas, en atosigar al enemigo con arqueros a caballo que mantienen la distancia, y en ir retirándose a lo “ruso” tierra adentro hasta cortar o sobre-extender las líneas de abastecimiento enemigas.
¿Les suena todo esto? Pues a los políticos de hoy en día les debería. No sólo las tácticas que aplican los afganos son parecidas (no iguales), sino que en el siglo XIX los ingleses las pasaron canutas ahí, y en el XX los rusos también, con bastante ayuda norteamericana por cierto. Hablando de esto último, ¿saben cómo ayudaban los americanos? ¡Pues entrenando y perfeccionando con armamento adecuado la táctica de guerrillas de los afganos!
“Los que no conocen la historia están obligados a repetirla” o eso se dice por ahí ¿no? Pues ¡Aláh! (nunca mejor dicho), a aplicarse el cuento.
A mí siempre me sienta bien aprender algo que no sabía. El estudio del Imperio Romano no ha sido una de mis grandes aficiones, pero parece que sí la tuya! Buen artículo.