Debate electoral mexicano o el arte de la simulación

La gran farsa electoral sexenal, llevó a cabo su segundo encuentro entre candidatos al papel principal del teatro nacional y la democracia de marras.

No hubo debate por falta de buenas conceptualizaciones intelectuales, propuestas certeras y no estrafalarias promesas que son mentiras y que ya nadie se cree. En éste México nuestro, que vive una crisis humanitaria producto del modelo autoritario de seguridad.

La diferencia entre el arte teatral y la política, es que un actor se prepara en muchas disciplinas para ser un artista integral. Su mente y cuerpo están a total disponibilidad del papel que represente. El poder de la voluntad sobre los movimientos expresivos y significativos y descubrir los caracteres fundamentales de la vida psíquica. En cambio, en la política siempre se nota lo improvisado. No hay manejo de la voz (tono, volumen, emoción), pésima expresión gestual y corporal. Sólo grotescas muecas.

Un aspecto interesante de la simulación es que se utiliza como medio para eludir responsabilidades jurídicas. Es como la simulación de la locura para eximirse de responsabilidades criminales (60,000 muertos en éste sexenio), alteraciones en los estados de conciencia y encubrir asesinatos de maestros (Quadri) y deformaciones voluntarias del yo (AMLO).

No hubo debate, solo tres malos actores y un bufón, pretendiendo lo que no son: políticos, representantes de un partido político, aspirantes a un puesto de responsabilidad, personas, personalidades (todos los asesores de imagen fallaron) y salvadores del desastre en que se encuentra la economía mexicana por actos de corrupción en todos los niveles de la administración pública.

Los simuladores no llegaron preparados a un evento al que los medios de comunicación (o medios de presión) estuvieron convocados. Prensa secuestrada por los intereses de la oligarquía provinciana, corrupta y medieval. Dice Octavio Paz: “ La filosofía del progreso muestra al fin su verdadero rostro: un rostro blanco (sepulcros blanqueados), sin facciones… el reino del progreso no es de este mundo… lo prometido está en un futuro intocable, inalcanzable…” Prensa que durante los 70 loaba diariamente al PRI, y que durante la “transición política” aplaudieron las bufonadas de la pareja presidencial y las masacres de mexicanos, elevando a nivel de heroísmo estas acciones. Prensa que recibe cañonazos de dinero para encubrir la ineficiencia, la corrupción y la inseguridad de la pirámide del Estado.

Espantoso ensayo general de ésta farsa electoral, convocando a votar a los mexicanos cuando los “super ricos” ya eligieron al candidato que les conviene, para seguir controlando al país, utilizando la fé religiosa y la fuerza militar. Como lo demuestra que quieren acallar las protestas estudiantiles. Ya Octavio Paz lo dijo: “El sentido profundo de la protesta juvenil –sin ignorar ni sus razones ni sus objetivos inmediatos y circunstanciales – consiste en haberse opuesto al fantasma implacable del futuro por la realidad espontánea del ahora”.

Debate que no lo fue. Simulación en todos los sentidos. Teatro política de ínfima calidad. Según Eugenio Barba: “ Es ilusorio pensar que sólo los grandes organismos provocan los grandes cambios. ¿Qué teatro necesita hoy la sociedad? Aferrarse a un teatro político significa huir al problema de “hacer”… Una verdadera cultura adulta, existe cuando un grupo es capaz de confrontarse con la cultura que lo rodea a todos los niveles, desde la organización económica hasta la utilización de los productos de su trabajo, desde relaciones interpersonales hasta la reflexión crítica sobre su obra”.

Simulación de elecciones democráticas, fraude adelantado, panorama confuso, bizarro y surrealista: política a la mexicana, mexicana alegría, máscaras mexicanas. Decía también Octavio Paz: “…el mexicano se me aparece como un ser que se encierra y se preserva: máscara el rostro y máscara la sonrisa… siempre lejos del mundo y de los demás. Lejos también de sí mismo. Esta reacción se justifica si se piensa en lo que ha sido nuestra historia y en el carácter de la sociedad que hemos creado.”

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