Nuestro sistema fue diseñado a finales de la transición basándose en la tradición que emanaba del s. XIX. El resultado es una popurrí pseudomoderno en donde la representación proporcional no está bien ponderada y los partidos regionalistas tienen una representación excesiva frente a terceras fuertas políticas de caracter nacional. Prueba de ello es que en la actualidad la tercara fuerza política española (IU), habiendo obtenido más votos que el resto de partidos minoritarios tiene menos representantes en el Congreso de los Diputados que alguno de los partidos nacionalistas minoritarios.
Fallos de un sistema electoral que no conviene cambiar