¿Políticos o tecnócratas?

P.I.G.S. Dícese de Portugal, Italia, Grecia y, cómo no, España. Este singular acrónimo,  seguramente sabrán, no refleja precisamente nuestras bondades, sino nuestro comportamiento ante el déficit y la balanza de pagos; principalmente. Y, miren por donde, “puercos” es el término esencial con el que podemos calificar a los protagonistas de hoy; Italia, Grecia y, por supuesto, España.

Atrás queda el disparatado mes de Noviembre y la formación de sus nuevos gobiernos en los dos primeros países ya  mencionados. Tanto Lucas Papadimus, en Grecia, como Mario Monti, en Italia, han surgido en plena crisis económica , agravada por la propia del euro, para encauzar el rumbo de sus países como una “alternativa”; según los medios mayoritarios. Tal opción no es más que sustituir a los tradicionales políticos por tecnócracas, o dicho de otro modo, expertos en sus específicas áreas ministeriales; ya que afecta a los nuevos ministros principalmente. En España, Mariano Rajoy guarda bajo llave su lista de elegidos y no se descarta algún que otro independiente para ciertos ministerios “clave”.

En mi opinión ¿Qué podemos sacar en claro mediante una lectura más profunda?.

En primer lugar, como usualmente se dice “tenemos el gobierno que nos merecemos”. Si nuestros medios de comunicación, unánimemente, opinan que se cambia a un político por un tecnócrata, así la ciudadanía acoge generalmente tal opinión.

Y ello quiere decir, en segundo lugar, que asumimos que un político no ha de estar concretamente formado para la función que se le asigna; al menos respecto de los ministros, lo cual hace pensar que si para tal puesto de responsabilidad no nos sorprende, ¿Cómo lo va a hacer un cargo de confianza a nivel regional, como un delegado de gobierno?

En tercer lugar, la vía de profesionales o tecnócratas puede que se torne de nuevo a la palestra, pero ello constituye una muestra de la desconfianza que procesamos en la democracia; ya que la observamos como el intrusismo permitido, del que tanto se quejan para otros puestos de trabajo. Además, desmerece a aquellos anónimos pero grandes políticos que existen, incluso en España, a nivel municipal; los cuales pueden llegar a compatibilizar su oficio con la política, sí están preparados académicamente y responden al pie del cañón a los requererimientos de sus electores.

En conclusión, estimo que la diferencia entre un político y tecnócrata no es congruente, por más que en la realidad sea tristemente cierta. Un representante de su país debería formarse para el desempeño de tal función, por el grado de responsabilidad e influencia de que responden y gozan; respectivamente. Además, ¿Qué legitimidad tiene Monti en Italia? ¿Quién lo ha votado? No creo adecuado extrapolar la situación política de un país, simplemente por el grado de efectividad de sus más altos cargos; reflejados en el Congreso o el Gobierno. Y espero que, ya que de las nuevas generaciones actuales saldrán los próximos dirigentes políticos, no olviden, junto al líder del PP, lo que por todos es compartido pero desgraciadamente, a día de hoy, no es exigido: “Un gran poder conlleva una gran responsabilidad” y añadiría: “Una gran responsabilidad requiere una gran formación”.

Por este tipo de detalles se concreta el grado de democratización en nuestra propia Democracia.

M.D.M.


Info sobre el autor:

Estudiante de Derecho y Ciencias Políticas de la Administración Pública en ICADE; E-5. Crítico, reflexivo y consecuente con sus ideas.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos necesarios están marcados *