Obama o la sombra del precipicio

Comienza el nuevo curso político en EEUU y Obama tendrá que sacar su faceta más funambilista para mantenerse firme sobre la tensa cuerda en la que se ha convertido el espectro político de Washington tras las elecciones legislativas de noviembre.

En aquellos comicios, los republicanos lograron la mayoría en la Cámara de Representantes, el equivalente al Congreso de los Diputados español, algo que obligará a los demócratas a renegociar aspectos claves -y en su momento ya solventados- del ente político y económico estadounidense como la reforma sanitaria, la financiera, las ayudas al sector del automóvil o el techo de gasto presupuestario, establecido en 14 billones de dólares.

De forma inmediata, el primer cambio plausible en Washington será el cambio de líder en la Cámara de Representantes. Nanci Pelosi, acusada por los republicanos como demasiado izquierdista y propensa a aventuras sociales innecesarias, ha dejado su lugar a John Bohener, republicano de gama alta: ex empresario del sector plástico con experiencia de 30 años en el Congreso, ha liderado varios lobbies de presión y está considerado como un hombre de diálogo. De pronto, ya es el republicano con más poder en EEUU (en clave política, sólo Obama y Joe Biden, vicepresidente, tienen más que él), y su nombre se postula como la afrenta demócrata para la reelección en 2012.

Pero no sólo sobre John Bohener recaerá el peso del elefante republicano. De la gran parte de nuevos congresistas elegidos, muchos son del ala dura del conservadurismo estadounidense, cercano incluso al Tea Party, algo que, sin duda, limitará las iniciativas que los demócratas lancen en el Senado para mejorar la situación económica, principal flor de batalla en el país. Obama tendrá que afrontar retos de áspera complejidad como el alto paro -del 9,8%-, un déficit federal galopante, -que ya supera el billón de dólares-, la nueva ley inmigratoria o los acuerdos comerciales y militares con Rusia y China que tanto excepticismo generan en el ala oeste de la Casa Blanca.

Y es que aún lejano en el horizonte, 2012 dice mucho en el ecuador de esta legislatura. Por ello, Obama ya ha comenzado a reinventarse: sabe que las encuestas no le son favorables y que su popularidad ha caído a niveles históricos, por lo que ya ha dado un nuevo aire a los fontaneros políticos de la Casa Blanca. El último en abandonar el barco de poder ha sido Robert Gibbs, hasta febrero portavoz. Entonces saldrá de Washington para liderar la campaña electoral demócrata en 2012, una tarea en la que estará acompañado por David Axelrod, principal asesor de Obama, y que también saldrá de altas esferas; y Larry Summers, hasta el año pasado hombre fuerte de la economía presidencial. Estos nombres estarán escoltados por el de Rahm Emmnanuel que, aunque optará a la alcaldía de Chicago, no dejará a Obama en la ardua tarea de buscar la reelección.

En ese proceso, el presidente estadounidense deberá hacer frente, no sólo a la mayoría voraz republicana, sino a un descontento plausible en la población estadounidense, esa que, en buena medida ha visto reducido su latifundio del bienestar, ha perdido su puesto de trabajo, o ha visto embargado su hogar por impagos a los mastodontes financieros del país. Con las generales ya en el imaginario político demócrata, Obama debe ser más camaleónico que nunca para afrontar los hercúleos retos que tiene por delante. Negociación, pero sobre todo acción. Obama debe dar un paso adelante, pero con cuidado de no caer en el precipicio. Y lo tiene muy cerca.

 

  2 comments for “Obama o la sombra del precipicio

  1. 07/01/2011 at 20:39

    Buen artículo y gran foto

  2. Josu
    07/01/2011 at 21:41

    Como Leire Pajín vea la foto, cierra el chiringuito

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