Guantanamo, 10 años de ilegalidad e injusticia

Hasta que Estados Unidos aborde estas detenciones como una cuestión de Derechos Humanos, el legado de Guantánamo pervivirá con independencia de si se cierra o no el centro penitenciario

Amparado bajo la amenza del terrorismo islamista y saltándose los preceptos básicos de los Derechos Humanos, el ex presidente norteamericano George W. Bush inauguraba hace diez años el centro de reclutamiento de Guantánamo, símbolo de vejaciones y torturas que a día de hoy representa otra cabal muestra de la barbarie del nuevo siglo.

Los principales medios de comunicación del mundo repasaron esta efeméride poniendo su objetivo no sólo en el plan sistemático de privaciones ilegítimas de libertades, sino también en el incumplimiento de la promesa de Barack Obama de cerrar esta cárcel ilegal y culminar de esta manera con otra de las etapas oscuras y desafortunadas de la historia de los Estados Unidos. Por su parte, el director de Amnistía Internacional de Bruselas, Nicolás Berger, instó a la Unión Europea a presionar al gobierno norteamericano para que definitivamente ponga fin a una década marcada por los constantes ataques contra los principios más fundamentales de los Derechos Humanos. “Ya es hora de que la UE reafirme públicamente su oposición a Guantánamo y a todos los abusos que allí se cometen”, señaló Berger mediante un comunicado.

La infamia comenzó el 11 de enero de 2002, cuando una veintena de hombres procedentes de Afganistán fueron alojados en una jaula similar a las que los zoológicos utilizan para la exposición de animales. Desde ese día el número de encarcelados (o enjaulados) fue creciendo hasta alcanzar a ochocientos individuos capturados en diversos puntos del planeta. “Un gran porcentaje de presos no representaba una amenaza inmediata para la seguridad de los Estados Unidos”, reconocío tiempo atrás Jim Moran, congresista del Partido Demócrata.

En “The Guantánamo Files: The Stories of 774 Detainees in American’s Ilegal Prision”, el periodista y escritor Andy Worthington asegura que el criterio de los Estados Unidos para ordenar detenciones se basó únicamente en la nacionalidad de los individuos; por lo que la explicación del ilegítimo accionar de la administación Bush en esta suerte de “caza” indiscriminada, estaría dada en el prejuicio racial y en la más retrógrada de las intolorancias.

Los prisioneros que sí pertenecían o tenían vínculo con la red terrorista Al Qaeda, fueron calificados como “combatientes ilegales”, una maniobra perfecta de los Estados Unidos para negar los derechos establecidos en la covención de Ginebra en 1949; así como también lo hizo con el derecho constitucional de “habeas corpus”, ya que Guantánamo no es territorio estadounidense y de esta manera puede permitirse la tortura y demás vejaciones durante los interrogatorios.

Durante su campaña electoral, y a sabiendas de que el cierre de Guantánamo se había convertido ya -aunque tibio- en un reclamo internacional, Barack Obama arriesgó una fecha para el fin de este centro de detención “Será antes de enero de 2010”, dijo. Sin embargo a mediados del pasado diciembre se supo que en Guantánamo hay aún 171 detenidos, de los cuales doce pertenecen al primer grupo que albergó la prisión en 2002. En diez años apenas uno de los prisioneros de esa base ha sido trasladado a Estados Unidos para ser juzgado por una corte federal ordinaria; otros fueron sometidos a juicios injustos acometidos por improvisadas cortes militares que ahora pretenden, bajo la anuencia del gobierno norteamericano, aplicar la pena de muerte a seis de los reclusos.

Guantanamo, 10 años de ilegalidades e injusticiasLa impunidad de estos estos crímenes a los Derechos Humanos implicaría una notable regresión a épocas en que la humanidad aún veía ciertas conquistas como siemples utopías. Sin embargo el mero hecho de sabernos en pleno siglo XXI acarrea la responsabilidad de solicitar las rendiciones de cuentas a quienes aún persisten en cometer toda clase de actos repugnantes amparándose sólo en su carencia de escrúpulos. Tal como cree el investigador de Amnistía Internacional, Rob Freer, “Hasta que Estados Unidos aborde estas detenciones como una cuestión de Derechos Humanos, el legado de Guantánamo pervivirá con independencia de si se cierra o no el centro de dentención”.

Walter C. Medina

Walter C. Medina nació en Necochea, Argentina, en 1971. Es periodista y crítico cinematográfico y ha trabajado en diversos medios de comunicación argentinos y españoles. En 1998 trabajó en la redacción del periódico El Atlántico (Mar del Plata, Argentina) y paralelamente condujo el ciclo de música “Polución Nocturna”, en D-Rock FM. Al año siguiente inició una sección de crítica cinematográfica en Rock & Pop Beach FM, y en esa misma emisora condujo el ciclo “Mariposa Pontiac” en 2000. En 2001 creó “Bonus Tracks”, un espacio de música y cine en Esatción K2 FM. En España colaboró con medios como BN Mallorca, YMalaga, Malaga 21, io-Fusion TV, Honey Digital Productions (Documental “Europa/Bis” realizado en Polonia) y la agencia de noticias PuntoPress. Trabajó en la cobertura de festivales de cine, de teatro y de jazz. En 2006 su artículo periodístico “La Niña del Acordeón” resultó finalista del certamen literiario que organizó en Madrid Cyan Editorial y que fue presidido por la escritora Almudena Grandes. (“Interculturalidad”. Cyan Editorial, Madrid 2006). Como colaborador, sus notas se publican en medios gráficos como Inrockuptibles, Rock.com.ar, La Red 21, Portal del Cine y el Audiovisual Latinoamericano y Caribeño, Revista Dale yPeriódico Diagonal, entre otros. 

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