La Ciencia Política que debiera ser ética , moral, jurídica y sociológica, en México es un reality coproducido por los monopolios televisivos del país. Por lo que los poderes fácticos, encerraron en una casa llamada “La Nueva democracia” a cuatro candidatos presidenciales para que fueran observados por millones de ojos. Sin embargo, el más importante de todos era precisamente el del “Gran Hermano”, de ese cíclope político que quiere que todos veamos desde su óptica.
Se nominaron entre ellos aduciendo lo más vil de sus personalidades e ideologías. Su guerra sucia aún prevalece, asi como la violencia verbal soterrada en las argucias de un reglamento que ni el IFE respeta. Se atacaron, se envilecieron ellos mismos y el reality seguía de la manera más aburrida que se tenga memoria. Eso si, los gastos fueron faraónicos pagando encuestas, programas de televisión con pseudoperiodistas disfrazados de analistas políticos y los volvieron estrellas de la noche a la mañana. Hasta en los comerciales aparecía toda la basura electoral de ínfima calidad. Según Marshall McLuhan: “Somos lo que vemos y formamos nuestras herramientas y luego éstas nos forman.”
El “Gran Hermano”, es un consorcio formado por empresarios, sindicatos, iglesias y monopolios televisivos. Nuevamente se satanizó al candidato de la izquierda y se volvió a aplicar el fraude electoral cibernético. Además de que el PRI nuevamente recurrió a su metodología del engaño, robo y quema de urnas, rellenado de urnas por parte del Ejército y la Armada, amenazas y sobornos a funcionarios de casillas y la compra de votos y de jueces electorales.
Ya The Guardian lo había dado a conocer mediante la exhibición de costosos contratos entre Televisa y el PRI . Así saturaron todos los noticieros y espacios de publicidad electoral a favor de Peña Nieto. El fraude fue preparado desde hace seis años. Ellos saben como hacerlo y México lo había olvidado después de doce años que estuvieron en la banca activa. Ellos sabían como operar al IFE: llenando de dinero los bolsillos de los Consejeros y Magistrados del Tribunal Electoral. Ellos si saben como hacerlo ¿ o no?
El fraude fue largamente anunciado, desde cuando se informó que el Ejército y la Armada vigilarían todo el proceso electoral, cuando se repitió la “guerra sucia”, cuando los medios manipularon hasta la saciedad a la población.
El fraude es esta forma de manejar el poder. Calderón y Fox votando a favor del PRI para que les cubran las espaldas y no se investiguen sus actuaciones y su enriquecimiento inexplicable. El Fraude es querer aparecer como honorables y estar compinchados con el crimen organizado y el narco.
El fraude es seguir creyendo en iglesias que presionaron a sus feligreses a votar por tal o cual candidato. Fraude es éste reality de ínfima calidad: pésimos actores, ausencia de legislación de medios y de crítica, de la repetición de la repetición, de no pensar, de no recordar, de burlarse de la inteligencia de los votantes y por creer que todos les siguen creyendo. Por eso existe el teatro del absurdo, porque la vida es absurda. El “Gran Hermano” volvió a su impunidad, destruyendo las leyes y con la complicidad del Estado.
Según Humberto Eco: “Sólo el aire de la juventud que se rebela: #yo soy 132 y se manifiesta en resistencia pacífica es el aire fresco en todo esto. Sin embargo ya el cíclope político les hecho su ojo y aunque trata de “no verlos, ni escucharlos”, no lo lograrán. Este movimiento va a crecer, aún con las amenazas, los secuestros y los atentados que han sufrido algunos de ellos. Al poder le molesta la gente que estudia, piensa, cuestiona sus formas de hacer “política a la mexicana”. “
Los míticos cíclopes eran débiles visuales y solo se guiaban por percepciones. Un Estado ciclope, que ordena lo que y lo que no se debe hacer. Un débil visual político. Que hace de la política un mal espectáculo como medio para publicitar obscuras personalidades, engaño virtual de la realidad, sin contenidos, antidemocrático, prepotente y violento. Regresa el PRI, y promete lo que nunca cumplirá: la democracia. Cíclopes, enanos, monstruos y demás seres fantasmagóricos aparecen el la verdadera política mexicana. “El show debe continuar”