Hasta ahora hemos hablado del impacto de la electricidad, la energía o el aislamiento en los edificios. Otro factor clave en el desarrollo de la arquitectura sostenible es el ahorro del agua, bien escaso y fundamental para el desarrollo de la vida.

En la mayor parte de los países desarrollados el consumo de agua es excesivo y está por encima de lo sostenible. Esto se agrava en países mediterráneos o del sur de Europa, países como Portugal, España, Italia o Grecia, donde sufren problemas de escasez e incluso cortes de agua corriente y otras limitaciones. Sustituir los materiales de construcción es la primera medida para ahorrar agua (para confeccionar una tonelada de cemento son necesarios más de 3.500 litros de agua). El consumo medio global es de unos 1.240 m³ por persona y año. En algunos países como España o EEUU el consumo ronda los 2.500 m³, en China por ejemplo es de sólo 700 m³. Los países en vías de desarrollo van a tender a aumentar significativamente sus niveles de consumo de agua.

Para una mayor sostenibilidad en los hogares habría que aprovechar los medios naturales de captación de aguas: construcción de viviendas cerca de zonas con abundante agua, para evitar el sobrecoste de canalizar el agua hasta allí. Recoger la lluvia mediante tanques recolectores. Aprovechamiento de las aguas subterráneas y diferenciación del líquido elemento para diferentes usos. Este es un punto importante, ya que en la mayoría de los países industrializados no se diferencia el agua para beber, cocinar, ducharse, regar o destinado a limpieza. Habría que disponer de varios depósitos de agua conectados en función de las necesidades finales del líquido que almacenan. Sólo un dato: El inodoro consume un tercio del total del agua de un hogar. ¿Es necesario que sea potable?