Lamentablemente esta mentira no está sólo confinada en el ámbito de una vieja izquierda populista, sino que llega a ser un lugar común en casi todos los sectores de nuestro universo político. Numerosos comunicadores se encargan de transmitirla, reproducirla y amplificarla como una verdad irrefutable.
El error principal de esta afirmación es dividir la producción y la distribución de riqueza en compartimentos estancos, desligados el uno del otro. En realidad, son cara y cruz de un mismo proceso. Conforman un vínculo indisoluble. En este sentido, no es ocioso reafirmar que nadie tiene interés en producir lo que sabe de antemano que se lo van a quitar. Lo importante de todo proceso económico es la creación de riqueza, cuyo motor está en la empresa privada y no en las empresas generalmente deficitarias del Estado.
Ahora bien, la famosa ‘redistribución’ significa otra cosa muy distinta. Encarna el procedimiento de hacer uso del poder para apropiarse, por medio de impuestos, de recursos creados por el esfuerzo de la empresa privada para distribuirlos o dilapidarlos de forma arbitraria y coactiva.
Contrariamente a la creencia popular, esta redistribución forzosa de la producción altera el funcionamiento de los mercados y genera un efecto inverso al que se busca: al suprimir los estímulos a la creación de riqueza se convierte en un factor de empobrecimiento, porque los mercados no son otra cosa que miles de millones de personas que interactúan y ponen de manifiesto sus intereses, deseos, y preferencias por medio de otros miles de millones de acuerdos libres, pacíficos y voluntarios. El mercado es, en definitiva, lo que la gente quiere y desea.
Querer manipular el mercado libre encierra la pretensión de sistematizar y entender todos los deseos e intereses de los actores que están en juego. No existe procesador en el mundo capaz de semejante tarea y mucho menos un burócrata.
Este artículo viene de la siguiente serie:
El error en el que incurre el que lector que opinó antes es que piensa que el Estado produce riquezas, el Estado no debe repartir nada porque no produce nada. No tiene autoridad moral para redistribuir nada. los impuestos son una estafa. Por qué un obrero tiene que pagar con el sudor de su frente la universidad al hijo de un gran empresario? acaso no paga impuestos el obrero cuando compra patatas y arroz. Basta de Estado, por una sociedad libre y abierta
Sociedad libre y abierta? Te cojo y te robo!
Eso, eso es precisamente lo que hacen los gobiernos, cuando “redistribuyen” la riqueza. Te cojen y te roban…
Mentiras al desnudo:
1. Los medios de producción privados, explotan personas que han sido formadas por el estado (el 75% de la plantilla laboral de cualquier empresa).
2. Los medios de producción privados pertenecen a personas cuya principal condición, es tener “dinero”. es decir, algo irreal.
3. La propiedad privada es una apropiación que ha sido legalizada en algún momento de la historia, quitada a su anterior “propietario”. La misma se puede acumular o volver a perder en beneficio de otro.
4. “El Libre Mercado”, de por sí ya es una redestribución forzosa. Beneficia a los capitales mayores que pueden hacer “dumping”, y destruir a sectores de producción regionales o locales que no pueden sostener una guerra comercial, y “pierden” entran en bacarrota y su clientela pasa a manos de los ganadores. eso es redistribución “forzada”, sin necesiadad de intervención de ningún estado.
Saludos no muy cordiales.
El Estado sí que produce riquezas, quizá no entendidas como bienes consumibles(aunque también), pero sí cuantificables.
El Estado posee tanto potestad como autoridad para ejercer esa distribución. De hecho, si no la tiene el Estado; quién la tiene, el Papa?
Precisamente, se trata de que aquellos que puedan permitirse pagar más, les paguen la universidad a los que no pueden. No quiero entrar en la dicoomía clasista de empresario-obrero, porque igual hay empresarios, y más tal y como están las cosas, que perciben menos ingresos que algunos trabajadores asalariados.
Quizá no nos guste el Estado como tal. Pero no se me ocurre otra forma de organizarnos.
El artículo brutal, provocadoir como los otros dos, por favor continuen con la serie. La he leido todas y lo que viene es aun mejor. Por otro lado, que divertido! Un marxista entre nosotros (uno de estos últimos que opinó)esto es como encontrarse con una maquina de escribir o algún artefacto de esos que ya no se ven. Amigo marxista, esas tonterías de los medios de producción, el dumping, la explotación no las escuchaba desde hace tiempo. Pero más allá de lo gracioso de los argumentos cavernicolas es lo que se esconde detrás: esta forma de pensar fue el germen de los peores regimenes totalitarios que sufrió la humanidad la Alemania Nacional soicialista, la Unión Sovietica, La china de Mao, La Cuba de Castro. El “Libro negro del comunismo” cifra en cien millones los muertos por represión en los distintos regímenes comunistas. De ellos, dos tercios (65 millones de personas) perdieron su vida en China, especialmente durante las dos oleadas de represión masiva, La Revolución Cultural y el Gran Paso Adelante. Le sigue la Unión Soviética, con un genocidio de 20 millones de personas, a lo que hay que sumar otros dos millones de muertos a manos del Gobierno en Camboya, otros tantos en Corea del Norte, 1,7 en África, 1,5 en Afganistán, un millón de personas en la Europa del Este y varias decenas de miles en Iberoamérica. Es decir, basta del rollo ese que es muy peligros. Y si más mercado y menos mercado. Solo así se derrota la pobreza. Está demostrado.