El ensayo “Capitalismo después de la crisis” fue escrito por el profesor de la Universidad de Chicago Luigi Zingales y publicado en National Affairs en septiembre de 2009. En este escrito, Zingales resume algunas de las teorías principales que se explican en el libro del que es co-autor “Salvando al capitalismo de los capitalistas”.
Como Zingales explica, la historia del capitalismo democrático estadounidense ha sido un caso único que se ha desarrollado al margen y con independencia de la evolución del viejo continente. Libres de la influencia del Marxismo, los Estados Unidos han evolucionado guiados por los principios de libertad económica y libre competencia. Fueron pioneros en la creación de las leyes antimonopolio que sirvieron para reducir el poder de las grandes corporaciones. Y de hecho, la mayoría de los americanos ven con buenos ojos el sistema capitalista a pesar de ser conscientes de sus males.
No obstante, como señala el ítalo americano esta confianza de los estadounidenses reside en que creen que el sistema es justo, aunque realmente no lo sea. Por ello, cualquier injusticia sistémica será percibida como una erosión a la visión que el pueblo tiene de su propio modelo económico.
Abordando la situación con brillantez analítica, el profesor Zingales, consigue enganchar al lector en una vorágine de historias y datos estadísticos que muestran cuan diferente es la mentalidad estadounidense de la del resto del mundo. Los Estados Unidos de América son el único país en el que uno de cada cuatro multimillonarios se ha hecho a sí mismo. Un país de emprendedores donde las ideas y el trabajo duro son parte fundamental del motor de la economía.
No se puede decir que el estadounidense medio sea un liberal puro que crea que la intervención del estado tenga que ser mínima. Más bien piensa que el estado debe intervenir en las situaciones que sean requeridas para instaurar, promover o defender el libre comercio y la competencia. Ya sea con políticas que faciliten el acceso a financiación para nuevos negocios o con leyes que disminuyan las barreras de entrada a nuevas empresas en los diferentes sectores existentes.
Sin embargo, la historia de los Estados Unidos ha sufrido un fuerte revés en las últimas décadas. Antes de los años 70, el gobierno de los Estados Unidos ya había tomado decisiones que aunque ineficientes desde el punto de vista económico, estaban centradas básicamente en preservar a largo plazo la salud del capitalismo democrático. Decisiones a favor del mercado. En contraste, desde los años 70 y hasta nuestros días esto ha dejado de ocurrir o ya no ocurre con tanta frecuencia. El gobierno estadounidense empezó entonces a tomar decisiones a favor de ciertos negocios, a favor de lo que creían que era beneficioso para el sistema, aunque no supiesen que solo lo era en el corto plazo. Las grandes firmas del sector financiero estadounidense fueron las mayores beneficiadas. Desde entonces han gozado de ciertas libertades con las que antes no contaban, como la laxitud legislativa en algunos casos, la falta de regulación en otros y la abolición de leyes como el Acta Glass Steagal en última instancia. Por ésto, en la actualidad y desde los años 80 el sector financiero cada vez sufre de unos mayores niveles de concentración de poder.
La reciente crisis ha tenido un profundo impacto global. En ella, las autoridades de los Estados Unidos presionadas por los grandes lobbies y ante el descalabro general de los mercados, han salvado de la quiebra a aquellas instituciones que eran “demasiado grandes para quebrar”, en su mayoría bancos. Dejando así entrever, que el sistema capitalista norteamericano también posee disfunciones, que en cierta manera también está corrupto y que en lugar de asegurar la libre competencia se dedica a proteger a las grandes empresas. Zingales lo describe como cierto amiguismo interesado que antepone los bienes de un negocio (en este caso el financiero) a los del mercado, y por lo tanto, a los de la sociedad.
El resultado final de esta política interesada se está convirtiendo en un círculo vicioso en el que la intervención del sector financiero por el gobierno es tomada por la mayor parte de la población con desconfianza ya que los principios éticos fundamentales sobre los que se sustenta el capitalismo, (libertad, responsabilidad y meritocracia), están siendo menospreciados y dejados de lado por parte del gobierno. Los competidores más fuertes del mercado se están convirtiendo en dependientes del estado y el estado se está volviendo dependiente de esos grandes y poderosos competidores.
La solución para Luigi Zingales pasa por crear reglas que pongan límites a la concentración del sector financiero y abandonar la noción de que algunas empresas son demasiado grandes para dejarlas quebrar. Si quiebran, hay que dejarlas pues una empresa igual que debe cosechar beneficios en épocas de bonanza también debe poder soportar las caídas en épocas de pérdidas. Es simple depuración del sistema, se debe expulsar a las malas empresas y a las malas deudas. En cambio, la administración de Obama ha decidido tomar otro camino dirigido hacía las ayudas públicas (TARP) a las grandes empresas que se vieron perjudicadas durante la crisis.
La decisión puede que sea más importante de lo que parece pues el futuro depende del presente y una mala solución a un gran problema puede causar unas consecuencias demoledoras para el capitalismo norteamericano en el largo plazo. Sin embargo, como dice Guy Sorman, “los Estados Unidos funcionan como un laboratorio experimental para el resto del mundo: lo nuevo, generalmente se pone a prueba allí” y si funciona, se expande al resto del mundo. Quizás cierta forma de intervencionismo temporal sea la solución al problema pues no olvidemos que todo el sistema capitalista se sustenta sobre bases monetarias y el sector financiero es la piedra angular que rige las bases de todos los sistemas capitalistas. Lo que no cabe duda es que la concentración de poder en sectores estratégicos como el financiero es perjudicial para la salud de un país.
Sublime artículo, Jaume. Por cierto tengo tu pulsera de rehén para recuperarla paga su rescate.