El otro día analizamos en clase varios de los discursos más famosos de la historia (Martin Luther King, Steve Jobs, Hitler, Kennedy…) y me llamó la atención que apenas hiciésemos mención a los oradores de la actualidad. Eso me llevó a preguntarme qué es lo que ha sucedido a lo largo de estos años para que sobrevivan únicamente un par de chorros brillantes que engatusan a la gente, o simplemente que no se les preste la atención que merecen.
Los líderes de masas ya no existen como tal. Perviven sus figuras, pero su esencia ha ido desapareciendo paulatinamente. Aquellos discursos motivadores que llenaban el alma de los oyentes y que conseguían que todo pareciese fácil y maravilloso, han dejado paso a los 140 caracteres que suponen la voz de cualquiera con dos dedos de frente. Son suficientes para movilizar a toda una población, para sacarla a la calle y reivindicar sus derechos; Para apoyar y criticar; Para ayudar y denunciar. Pero no llegan tan hondo como aquel I have a dream.
Sólo de pensar en los discursos que “sufrimos” en España me dan escalofríos. Desde “Aquella famosa niña…”, pasando por centenares de patéticos discursos basados en notas amontonadas. Sin sentimiento. FCharles Chaplinríos. Vacíos.
En cambio, a todos nos viene la misma imagen de orador por excelencia si cruzamos nuestras fronteras: la figura de ese Obama que convence con su carismática sonrisa profident. Capaz de conseguir four more years para cambiar un país que se ve realmente amenazado, aunque no lo admitan. Ya no es tanto lo que dice, sino cómo lo dice. Con sus pausas, tonos de voz y gestos. Medio en broma comentábamos en clase que incluso nos había convencido a nosotros, estudiantes españoles que no sentimos ni por asomo los colores como los estadounidenses. Aquella exaltación patriótica había hecho mella en nosotros, ajenos a toda su tradición y cultura. Imaginaos el efecto en pleno corazón neoyorquino.
Pero hacen falta más voces como esta que se alcen contra los problemas que vivimos cada día. Voces que sean más que meros sonidos y que traspasen fronteras. Al fin y al cabo, han conseguido mucho a lo largo de la historia y no somos conscientes de su importancia. 140 caracteres pueden ser suficientes en algunos casos, pero muchas veces se quedan cortos.
Claro está que lo que realmente importa son los hechos, pero las palabras casi siempre ayudan a conseguirlos.
#Enbuscadevocesverdaderas