Un anciano dijo a sus hijos poco antes de morir que les dejaba todo lo que tenía, es decir, sus once carneros. Tras la muerte del anciano los hijos fueron a ver al albacea quien les enseñó el testamento. Al ver la última voluntad escrita de su padre se encontraron con que el anciano había hecho el siguiente reparto:
Al hijo mayor le había dejadola mitad de los carneros, al mediano la mitad que al mayor y al pequeño la mitad que al mediano. El problema era que una condición indispensable incluida en el testamento era que los hijos tenían que repartirse los carneros sin matar a ninguno.
El albacea encargado de llevar a cabo la voluntad del anciano se vio en un gran apuro al intentar llevar a cabo la voluntad del anciano. Sin embargo, después de pensar varios días en el problema dió con la solución para dar a cada uno los animales vivos que les tocaban e incluso consiguió darles un poco más de lo que les correspondía. ¿Cómo lo hizo sin matar ningún carnero?
Dado que no se pueden partir los carneros, lo que hay que hacer es lo más justo. El hermano mayor, ya que numéricamente le corresponden 6,2857143 carneros, le corresponden 6. Al mediano, 3,1428571, 3. Y al pequeño, 1,5714286, por encima de la mitad de la segunda unidad entera, le corresponden 2.
Este problema es una mierda.
jejeje… Muy bien Luísel!!!